
Hace poco más de un año, los Kings of Leon vinieron por primera vez a México (habían venido seis años antes a una fiesta pequeña de una estación de radio, “los nuevos Strokes” los llamaban los locutores). Un concierto masivo no tanto por el número de asistentes, sino por la euforia que causó.
Los boletos volaron en pocas horas. Durante semanas fueron trending topic en Twitter, la canciones “Use Somebody” y “Sex on Fire” estaban en todas las fiestas y antros, su Only by the Night se llevaba premios en todo el mundo y en México llegó a ser el disco más vendido.
Tanta expectación hacía que los fans añejos del rock (lo que no tienen Twitter ni van a antros, quiero decir) se preguntaran qué demonios estaba pasando.
Sí, los Kings of Leon son la nueva gran banda de rock, pero son más que eso: son la gran banda de rock de esta generación. Los Strokes desaparecieron, Jack White superó a The White Stripes, y a cualquiera de sus proyectos paralelos, para convertirse en un show él mismo.
Todas las promesas del cambio de siglo, pues, se fueron apagando o transformando en otra cosa. No así la banda de los hermanos Followill, que como la caravana religiosa que alguna vez fueron (son hijos de un pastor bautista), se mantuvieron juntos durante toda la década.
Los Kings of Leon pasaron de ser los Lynyrd Skynyrd adolescentes, una rareza en medio de tanto revival ochentero y experimentación indie, a los rockeros norteamericanos más exitosos de la década, amados por el mainstream, las estaciones de radio y por supuesto el público.
Para muestra, un botón: la Rolling Stone, voz autorizada del status quo del rock, ya los etiquetó como “el U2 de Norteamérica”.
La inercia de una popularidad monstruosa
¿Cómo vencer una popularidad enorme, sobre todo cuando no era parte del plan como alguna vez quejaron los Followill? (Sí, claro, te vuelves rockero para no ser popular).
Come Around Sundown, su nueva producción, es la respuesta.
Los Kings of Leon ya lo aceptaron.”¡Soy un hit!” grita el disco desde el primer segundo. Y sí lo es.
La fórmula que funcionó con el Only By the Night está completa aquí: arreglos de shubi-du-wop de rockabilly, guitarras monumentales, estribillos sencillísimos, algunos incluso de una sola palabra. Es pan con lo mismo pero, hey, es buen pan.
Así que lo primero en aplaudir de Come Around Sundown es su honestidad. Son 13 canciones perfectas para llenar conciertos en todo el mundo.
El sencillo, “Radioactive”, comienza con un riff que le copiaron a Prodigy, otra gran banda de estadio pero se transforma en la clásica canción que pone de buen humor.
“The Face” será la nueva “Use Somebody”, estará en todas partes, la pondrán en graduaciones, los novios se la dedicarán a su chava (“If you give up New York, I’ll give up Tennessee”, la fantasía completa: el vaquero que se roba a la niña rica). “Mary” es tan de concierto que exhala un olorcito a cerveza y “Mi amigo” va a tener un lugar especial en la lista de canciones cuando toquen en nuestro país.
Pero mi canción favorita del disco es “The Immortals”, una canción que rescata la influencia country que dio origen al grupo pero que entrega una canción rock típica. Es la mejor síntesis de la carrera de los Kings of Leon: empezar como vaqueros y terminar como reyes.
Fuente:eleconomista.com.mx
Los boletos volaron en pocas horas. Durante semanas fueron trending topic en Twitter, la canciones “Use Somebody” y “Sex on Fire” estaban en todas las fiestas y antros, su Only by the Night se llevaba premios en todo el mundo y en México llegó a ser el disco más vendido.
Tanta expectación hacía que los fans añejos del rock (lo que no tienen Twitter ni van a antros, quiero decir) se preguntaran qué demonios estaba pasando.
Sí, los Kings of Leon son la nueva gran banda de rock, pero son más que eso: son la gran banda de rock de esta generación. Los Strokes desaparecieron, Jack White superó a The White Stripes, y a cualquiera de sus proyectos paralelos, para convertirse en un show él mismo.
Todas las promesas del cambio de siglo, pues, se fueron apagando o transformando en otra cosa. No así la banda de los hermanos Followill, que como la caravana religiosa que alguna vez fueron (son hijos de un pastor bautista), se mantuvieron juntos durante toda la década.
Los Kings of Leon pasaron de ser los Lynyrd Skynyrd adolescentes, una rareza en medio de tanto revival ochentero y experimentación indie, a los rockeros norteamericanos más exitosos de la década, amados por el mainstream, las estaciones de radio y por supuesto el público.
Para muestra, un botón: la Rolling Stone, voz autorizada del status quo del rock, ya los etiquetó como “el U2 de Norteamérica”.
La inercia de una popularidad monstruosa
¿Cómo vencer una popularidad enorme, sobre todo cuando no era parte del plan como alguna vez quejaron los Followill? (Sí, claro, te vuelves rockero para no ser popular).
Come Around Sundown, su nueva producción, es la respuesta.
Los Kings of Leon ya lo aceptaron.”¡Soy un hit!” grita el disco desde el primer segundo. Y sí lo es.
La fórmula que funcionó con el Only By the Night está completa aquí: arreglos de shubi-du-wop de rockabilly, guitarras monumentales, estribillos sencillísimos, algunos incluso de una sola palabra. Es pan con lo mismo pero, hey, es buen pan.
Así que lo primero en aplaudir de Come Around Sundown es su honestidad. Son 13 canciones perfectas para llenar conciertos en todo el mundo.
El sencillo, “Radioactive”, comienza con un riff que le copiaron a Prodigy, otra gran banda de estadio pero se transforma en la clásica canción que pone de buen humor.
“The Face” será la nueva “Use Somebody”, estará en todas partes, la pondrán en graduaciones, los novios se la dedicarán a su chava (“If you give up New York, I’ll give up Tennessee”, la fantasía completa: el vaquero que se roba a la niña rica). “Mary” es tan de concierto que exhala un olorcito a cerveza y “Mi amigo” va a tener un lugar especial en la lista de canciones cuando toquen en nuestro país.
Pero mi canción favorita del disco es “The Immortals”, una canción que rescata la influencia country que dio origen al grupo pero que entrega una canción rock típica. Es la mejor síntesis de la carrera de los Kings of Leon: empezar como vaqueros y terminar como reyes.
Fuente:eleconomista.com.mx
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